وَمَثَلُ الَّذينَ يُنفِقونَ أَموٰلَهُمُ ابتِغاءَ مَرضاتِ اللَّهِ وَتَثبيتًا مِن أَنفُسِهِم كَمَثَلِ جَنَّةٍ بِرَبوَةٍ أَصابَها وابِلٌ فَـٔاتَت أُكُلَها ضِعفَينِ فَإِن لَم يُصِبها وابِلٌ فَطَلٌّ ۗ وَاللَّهُ بِما تَعمَلونَ بَصيرٌ
أَيَوَدُّ أَحَدُكُم أَن تَكونَ لَهُ جَنَّةٌ مِن نَخيلٍ وَأَعنابٍ تَجرى مِن تَحتِهَا الأَنهـٰرُ لَهُ فيها مِن كُلِّ الثَّمَرٰتِ وَأَصابَهُ الكِبَرُ وَلَهُ ذُرِّيَّةٌ ضُعَفاءُ فَأَصابَها إِعصارٌ فيهِ نارٌ فَاحتَرَقَت ۗ كَذٰلِكَ يُبَيِّنُ اللَّهُ لَكُمُ الـٔايـٰتِ لَعَلَّكُم تَتَفَكَّرونَ
يـٰأَيُّهَا الَّذينَ ءامَنوا أَنفِقوا مِن طَيِّبـٰتِ ما كَسَبتُم وَمِمّا أَخرَجنا لَكُم مِنَ الأَرضِ ۖ وَلا تَيَمَّمُوا الخَبيثَ مِنهُ تُنفِقونَ وَلَستُم بِـٔاخِذيهِ إِلّا أَن تُغمِضوا فيهِ ۚ وَاعلَموا أَنَّ اللَّهَ غَنِىٌّ حَميدٌ
الشَّيطـٰنُ يَعِدُكُمُ الفَقرَ وَيَأمُرُكُم بِالفَحشاءِ ۖ وَاللَّهُ يَعِدُكُم مَغفِرَةً مِنهُ وَفَضلًا ۗ وَاللَّهُ وٰسِعٌ عَليمٌ
يُؤتِى الحِكمَةَ مَن يَشاءُ ۚ وَمَن يُؤتَ الحِكمَةَ فَقَد أوتِىَ خَيرًا كَثيرًا ۗ وَما يَذَّكَّرُ إِلّا أُولُوا الأَلبـٰبِ
Pero, aquellos que gastan de su riqueza por deseo de agradar a Dios y edificación de su propia alma, son como un jardín en una colina. Cae sobre él un aguacero y da de frutos el doble. Y si no le cae la lluvia lo hace el rocío. Y Dios observa lo que hacéis. (265)
¿Desearía alguno de vosotros poseer un jardín de palmeras y viñedos por el que corriesen los arroyos y hubiera toda clase de frutos y que le en el que llegase la vejez siendo sus hijos débiles aún y que un huracán de fuego cayera sobre él [el jardín] y se lo quemara? De esa manera os aclara Dios sus señales. Quizás así reflexionéis. (266)
¡Oh, los que creéis! Repartid de las cosas buenas que obtuvisteis y de lo que hicimos salir de la tierra para vosotros y no escojáis lo malo para repartir, cuando vosotros mismos no lo aceptaríais a no ser con los ojos cerrados. Y sabed que Dios todo lo posee, es digno de alabanza. (267)
Satanás os atemoriza con la pobreza y os ordena la avaricia, pero Dios os promete Su perdón y Su favor. Y la bondad de Dios todo lo alcanza, Él todo lo sabe. (268)
Otorga la sabiduría a quien Él quiere. Y, a quien le es dada la sabiduría, recibe un bien abundante. Pero no reflexionan más que los dotados de intelecto. (269)