وَإِذ أَخَذنا ميثـٰقَكُم لا تَسفِكونَ دِماءَكُم وَلا تُخرِجونَ أَنفُسَكُم مِن دِيـٰرِكُم ثُمَّ أَقرَرتُم وَأَنتُم تَشهَدونَ
ثُمَّ أَنتُم هـٰؤُلاءِ تَقتُلونَ أَنفُسَكُم وَتُخرِجونَ فَريقًا مِنكُم مِن دِيـٰرِهِم تَظـٰهَرونَ عَلَيهِم بِالإِثمِ وَالعُدوٰنِ وَإِن يَأتوكُم أُسـٰرىٰ تُفـٰدوهُم وَهُوَ مُحَرَّمٌ عَلَيكُم إِخراجُهُم ۚ أَفَتُؤمِنونَ بِبَعضِ الكِتـٰبِ وَتَكفُرونَ بِبَعضٍ ۚ فَما جَزاءُ مَن يَفعَلُ ذٰلِكَ مِنكُم إِلّا خِزىٌ فِى الحَيوٰةِ الدُّنيا ۖ وَيَومَ القِيـٰمَةِ يُرَدّونَ إِلىٰ أَشَدِّ العَذابِ ۗ وَمَا اللَّهُ بِغـٰفِلٍ عَمّا تَعمَلونَ
أُولـٰئِكَ الَّذينَ اشتَرَوُا الحَيوٰةَ الدُّنيا بِالـٔاخِرَةِ ۖ فَلا يُخَفَّفُ عَنهُمُ العَذابُ وَلا هُم يُنصَرونَ
وَلَقَد ءاتَينا موسَى الكِتـٰبَ وَقَفَّينا مِن بَعدِهِ بِالرُّسُلِ ۖ وَءاتَينا عيسَى ابنَ مَريَمَ البَيِّنـٰتِ وَأَيَّدنـٰهُ بِروحِ القُدُسِ ۗ أَفَكُلَّما جاءَكُم رَسولٌ بِما لا تَهوىٰ أَنفُسُكُمُ استَكبَرتُم فَفَريقًا كَذَّبتُم وَفَريقًا تَقتُلونَ
وَقالوا قُلوبُنا غُلفٌ ۚ بَل لَعَنَهُمُ اللَّهُ بِكُفرِهِم فَقَليلًا ما يُؤمِنونَ
Y [recordad] cuando concertamos un pacto con vosotros: «¡No derramaréis vuestra sangre y no os expulsaréis unos a otros de vuestras casas.» Lo aceptasteis y sois testigos de ello. (84)
Pero, sois vosotros mismos los que os matáis unos a otros y expulsáis a algunos de los vuestros de sus casas, ayudándoos entre vosotros a cometer este pecado y esta violación contra ellos. En cambio, cuando llegan a vosotros prisioneros de otros, los rescatáis, cuando vosotros mismos los habíais expulsado aunque os estaba prohibido hacerlo. ¿Acaso creéis en parte de la Escritura [Sagrada] y descreéis de otra parte? Quien así actúe de entre vosotros no obtendrá más recompensa que la desgracia en esta vida, y el Día del Levantamiento seréis sometidos al peor de los castigos. Dios no está desatento de lo que hacéis. (85)
Esos son los que han comprado la vida de este mundo al precio de la Otra. No se les aliviará el castigo y no serán auxiliados. (86)
Verdaderamente, entregamos a Moisés la Escritura [Sagrada] y después de él seguimos enviando profetas. Y dimos a Jesús hijo de María las pruebas claras y le fortalecimos con el Espíritu Santo. ¿Es que, cada vez que os lleguen Mensajeros que vuestro ego no desea, os mostraréis arrogantes? Habéis desmentido a algunos y a otros los habéis matado. (87)
Dijeron: «Nuestros corazones están cerrados.» ¡No! Lo que sucede es que Dios les ha maldecido por su incredulidad. ¡Qué pocos de ellos creen! (88)